Herman, junto a sus primos, era dueño de una bodega de productos manufactureros y de insumos para la elaboración de cerveza. Pero cuando en 1939, Eslovaquia se convirtió en un estado independiente, satélite de la Alemania nazi, los judíos fueron retirados gradualmente de la vida social y económica del país. A Herman Hartman le expropiaron su negocio dejándolo sin trabajo y sin sustento. Los nazis se apropiaron de sus bienes, su producción y su esfuerzo. Además, todos los viernes era llevado a la estación policial, donde le propinaban golpizas tan violentas, que perdió la audición de un oído. Casado con Sara Coref, tenían dos hijos, Imrich (Isaak, 1931) y Zuzana (1935). Los dos pequeños fueron asesinados en la Shoá. Una vez terminada la guerra, Herman emigró a Chile, junto a su esposa y su nuevo hijo, Jorge.

Información obtenida por Abro Memoria, proyecto conjunto de Memoria Viva y el Archivo Judío de Chile.