Aún le duele que su patria la haya traicionado. Considera que los polacos son muy creyentes y siempre vivieron con la idea de que los judíos mataron a Jesús. Recuerda con nitidez los disparos y la violencia perpetrada por los nazis. Junto a su hermana se presentaron a trabajar en una fábrica alemana. Al padre se lo llevaron y nunca más lo volvió a ver. Los deportaron al gueto `Srodula. Luego junto a su hermana se van a Drunken Lager donde la emplearon en condiciones inhumanas. Trabajó en la cocina y en una hilandería. Casi pierde su mano por heridas que se le habían infectado. En Auschwitz escondió el anillo que su madre le había dado y luego le sería muy útil para canjearlo por una ración de papas. La trasladaron a Bergen-Belsen donde la liberaron los norteamericanos. Conoció a su marido en París y formaron familia en Chile.