El padre estaba en el ejército y en Praga vivenció lo que sufrían los judíos. Al regreso a su patria le dijo a la madre de Verónica que debían arrancar. Salieron en octubre de 1939 con el último barco que zarpó a Chile. Recuerda que en Chile sintió una libertad enorme porque en Hungría “estaba todo muy reglamentado”.