Los padres la escondieron en el convento Santa Filomena, al sur de Francia. Dice que no tiene recuerdos anteriores a la guerra. Su padre fue parte de la Resistencia. La bautizaron. Un cura le dijo “Nunca te olvides que naciste judía”. Tras el fin de la guerra el padre la llevó a visitar los Campos de concentración para buscar los cuerpos de los familiares. Como tenían familia en Chile, pudieron viajar en 1951. Ella tenía 14 años, lo primero que probó y le encantó fue el mote con huesillos.
Información obtenida por Abro Memoria, proyecto conjunto de Memoria Viva y el Archivo Judío de Chile.