En 1941, cuando cursaba cuarto año de Humanidades, los alemanes entraron y encerraron en un gueto a la población judía. Desde ese momento comenzaron las penurias y el hambre. La familia fue deportada a Auschwitz en vagones de ganado donde la sed, los niños gritando y la hacinación convirtieron ese viaje en un infierno. Tras la muerte de su compañero y cuñado, Elie decidió vivir sin miedo para poder sobrevivir. Nunca más se olvidó de su número tatuado en su brazo: 120693. Se salvó de la selección porque se escondió en una letrina. Fue parte de La Marcha de la muerte durante 30 días en que recorrían 40 kilómetros diarios. Caminó desde Varsovia hasta Dachau. Tras el fin de la guerra fue adoptado por un primo mayor en Francia. Años más tarde se asentó en Chile donde conoció a su futura señora.